Cada día es más común escuchar en reuniones familiares, negocios, oficinas y en las calles, entre vecinos, los casos de inseguridad que ocurren en los distintos barrios y sectores de Cajicá, que muestran un aumento en los índices de delitos comunes, cometidos por la delincuencia común y organizada que campea en el municipio.
Hoy son el ‘pan de cada día’ el robo callejero de celulares, la irrupción de hombres armados en establecimientos comerciales, el robo a residencias, los tiroteos en las noches y la compra y venta de estupefacientes, especialmente marihuana, a plena luz del día en parques y locales de rumba, que funcionan muchas veces sin el cumplimiento de los requisitos mínimos.
Según las denuncias de la comunidad, en Cajicá han incursionado bandas organizadas, algunas conformadas por individuos que viven en la ciudad y otras que se mueven por los municipios de Sabana Centro, región que sufre el accionar de estructuras que la han tomado como centro de su actividad criminal.
Los ciudadanos de a pie son testigos mudos de los hechos de inseguridad que se registran a diario. Por esa razón, la percepción que tienen los habitantes sobre la seguridad es negativa, al punto que piensan que cada día empeora por el número creciente de casos que se conocen, pero que no se denuncian formalmente ante las autoridades.
En el mapa del municipio se señalan sitios como el parque principal, la avenida 6ª, el barrio Capellanía, el sector de Gran Colombia y el parque Galán, entre otros sitios, como los que tienen los mayores índices de ocurrencia de delitos y donde hacen más presencia los delincuentes y pandillas para distribuir y consumir drogas.
Ante esta realidad, que en voz de los ciudadanos se expresa en “Cajicá se volvió insegura”, son necesarias medidas urgentes y eficaces de las autoridades municipales, no solo para devolverle la tranquilidad a los habitantes, sino para combatir con firmeza la delincuencia organizada que amenaza la vida, honra y bienes de los pobladores.
Para enfrentar la actual coyuntura, se requiere dedicación, esfuerzo y compromiso de todos los actores. El trabajo mancomunado de la Alcaldía y de la Policía, y de la propia ciudadanía, se convierte en un eje clave para recuperar la tranquilidad. Solo así se podrá disipar el miedo, el asedio de los delincuentes y la zozobra que vive hoy Cajicá.
Recientemente, el Concejo Municipal aprobó la creación de la Secretaría de Seguridad, que se encargará de las políticas en esta materia. Pero, mientras empieza a funcionar, la señal que el alcalde, Fabio Ramírez, y el comandante de la Estación de Policía, mayor Ómar Acosta, deben enviar a la ciudadanía es la del compromiso ineludible para enfrentar con contundencia a las organizaciones delincuenciales.
La premisa de su trabajo debe ser: combatir la delincuencia y proteger la ciudadanía. No podemos seguir callados, mirando como crece la inseguridad en el municipio ante el temor y la impotencia de la ciudadanía.