Testimonio de valentía y superación: “No quería vivir de la mendicidad” 21/10/2024
Con humildad y pese a su investidura de concejal, Jalver sigue atendiendo en la panadería que tiene con la familia en el sector La Variante, a donde acude masivamente la clientela que lo conoce hace varios años. Tampoco ha dejado de hacer los domicilios en su triciclo. Fotos: Edilberto Devia – EL OBSERVADOR.
Esta es la historia de vida de un campesino boyacense que llegó a vivir a Cajicá hace 18 años y se convirtió en concejal. Jalver Gutiérrez Martín nació con discapacidad degenerativa y hoy es un motivador para que las personas en su misma condición no sean discriminadas.

Por: Hugo Sierra - Editor.

Cuando tenía 6 meses de embarazo, Nubia Esperanza Martín sufrió un accidente casero. En un intento por separar dos perros que estaban peleando en su casa de campo, se tropezó y cayó a un hueco. El embarazo continúo, pero al dar a luz al segundo hijo que esperaba, nació con discapacidad física. El bebé llegó al mundo con un tumor en la columna, que comprometió el coxis, pero sin ningún problema neurológico. A los tres meses de nacido fue sometido a la primera operación. Ahí comenzó su difícil infancia por la discapacidad.

Esta historia de vida empezó hace 42 años cuando nació Jalver Gutiérrez Martín, hijo de una familia de campesinos que habitaba la finca El Tendido, vereda Tona, del municipio Almeida (Boyacá), ubicado en cercanías del Hidroeléctrica de Chivor, a un poco más de dos horas y media de Cajicá (Cundinamarca), donde hoy vive.

La familia de Jalver está compuesta por dos hermanos hombres y una mujer. Su mamá vive y su padre, Jorge Eduardo Gutiérrez, un humilde campesino dedicado a las labores del campo toda la vida, murió en 2014. Con su única hermana, Zaira, montó una panadería en uno de los sectores más populares de Cajicá, negocio que ayuda al sustento familiar.

Mentalidad de superación

Para Jalver aceptarse como nació no ha sido nada fácil, pero la valentía para superar las limitaciones físicas lo ha llevado a alcanzar logros que le han permitido no quedarse como “un pobrecito inválido, es una persona enferma, que todo el mundo mira con lastima”, según sus propias palabras. “Dios ha sido bueno conmigo”, dice al declararse creyente en Dios y la virgen, a quienes siempre se encomienda.

Pasó toda su infancia y parte de la adolescencia hospitalizado en el Instituto de Rehabilitación Franklin Delano Roosevelt. Perdió la cuenta de las cirugías a las que fue sometido, pero sí tiene presente que no quiso que lo operaran a los 9 años del pie izquierdo para enderezárselo. Tantos años internando en un hospital le causaron depresión, timidez e inseguridad porque se sentía discriminado.

Pero en el Roosevelt le enseñaron a leer y escribir, y allí hizo la primera comunión y la confirmación. Del instituto “lo liberaron” a los 19 años de edad, cuenta con risas. Salió con bastón para poder caminar. Luego uso muletas, después caminador, silla de ruedas y ahora triciclo. La primera silla se la regaló una prima a los 23 años, que la compró con mucho esfuerzo, lo que le mejoró mucho su calidad de vida.

Sobrevivir sin limitaciones físicas

Un hermano de la mamá de Jalver que vivía en Cajicá convidó a la familia para que se vinieran de Almeida a vivir en este municipio de la Sabana Centro. Llegaron el 6 de noviembre de 2006 a vivir en Santa Cruz, barrio del centro. Jalver tenía 24 años de edad, pero ningún proyecto de vida. Lo que sí tenía claro es que “no quería vivir de la mendicidad”. “Estirar la mano para que me dieran monedas, vender dulces en una esquina o vivir de la caridad no era lo que quería valiéndome de mi condición de discapacitado”, dice convencido de que las limitaciones no son obstáculo para desarrollar otras actividades.

Cajicá le abrió a Jalver las oportunidades para superarse, que con esfuerzo y coraje ha sabido aprovechar en los 18 años que lleva viviendo en este municipio, que lo acogió de manera incondicional. La mejor muestra de ello es que lo eligió, con su apoyo en las urnas, concejal para el periodo 2024-2027.

Con la ayuda de Bibiana Guacaneme, en ese momento directora de la Unidad de Atención Integral de Discapacidad (UAI), quién lo acompañó a inscribirse en el colegio San Gabriel, uno de los más tradicionales de Cajicá, validó el bachillerato a través de ‘El Sabatino’. Allí llegaba todos los sábados en su silla de ruedas a socializar con otros estudiantes. En el 2009 se graduó de bachiller con un diploma de superación.

Durante la semana asistía a la Unidad de Atención Integral al Discapacitado (UAI) a terapias en la sede de manas, gracias a que su mamá trabajó en servicios generales con el alcalde José Vicente Gutiérrez, que le dio un cupo. El bus lo recogía todos los días en su casa para llevarlo a la UAI.

A través de un programa de empleabilidad dirigido a personas con discapacidad, en el 2009 la entonces alcaldesa Fabiola Jácome Rincón le dio la oportunidad de trabajar en la oficina de cámaras de vigilancia del palacio municipal. “Este fue mi primer trabajo por obra y gracia de Dios que puso a la alcaldesa en mi camino”. Ella le prestó $ 300.000 para sacar la libreta militar, que era un requisito para la vinculación laboral pese a que era discapacitado. Con el primer sueldo le pagó el préstamo.

En la administración de la alcaldesa Jácome, con la ayuda de Ricardo Sánchez, también recibió ayuda para conseguir vivienda. A través de un programa de vivienda VIS fue beneficiado con un apartamento en obra gris en el conjunto Valles de Cajicá, en el sector de Capellanía, que está aún pagando por cuotas.

Más motivador que político

Jalver logró mantenerse, con algunas dificultades, en cuatro administraciones trabajando en la oficina de cámaras de vigilancia de la alcaldía. Durante ese tiempo ingresó a la Defensa Civil, incursionó en el deporte levantando pesas y participando en competencias de atletismo, se graduó de técnico en Gestión Humana en el Colegio Antonio Nariño y se hizo miembro del Comité de Discapacidad y el Consejo Municipal de Participación Ciudadana.

Por un daño en las cámaras se quedó sin trabajo y se fue como guarda de seguridad del Centro Cultural y de Convenciones. Meses después regresó a la alcaldía a trabajar en el archivo de la Secretaría de Hacienda. Luego pasó a ventanilla a atender público para dar información sobre cómo liquidar el impuesto predial. De allí se retiró para hacer política.

La historia es que cada vez que un alcalde terminaba sus cuatro años de gobierno aparecía un viejo amigo, William Casas, influyente líder político, para proponerle que se lanzara al Concejo de Cajicá. Tres veces le dijo que no se sentía en capacidad de dar ese paso. Pero a finales del 2022, él mismo buscó a Casas para decirle que estaba listo para ser candidato al Concejo. “Los tiempos de Dios siempre son perfectos”, dice al argumentar su decisión.

En octubre del 2023, con 377 votos salió elegido concejal por el partido Gente en Movimiento, que también ganó una curul para Cristhian Ordoñez, quien hoy es el presidente de la corporación, que por primera vez en su historia tiene un concejal con discapacidad física ocupando una de las 13 curules.

Jalver Gutiérrez es el vocero de la población discapacitada, condición que ha vivido en carne propia. Por eso desde el primer día ha trabajado para cumplir con el lema de su campaña ‘Por una Cajicá sin barreras’. Gracias a su gestión en estos primeros meses, con el apoyo de la secretaria de Desarrollo Social de Cajicá, Marcela Quintero, se logró la cofinanciación de la Gobernación de Cundinamarca para comprar un bus que será adaptado para personas en condición de discapacidad. En Cajicá hay 7.530 seres en dicha situación.

También presentó ante el MinTic un proyecto para dotar de computadores y tabletas a personas en discapacidad y a sus cuidadores, y ha pedido a la administración municipal que los edificios e instituciones públicas sean dotados de una silla de ruedas para atender a quienes lleguen en condiciones de salud que les impidan valerse por si mismo.

“Yo me considero más un motivador que un político. Un motivador para que la gente vea en mí el ejemplo de qué si se puede salir adelante, que las limitaciones solo existen en la mente”, dice al asegurar que la discapacidad más grande “es no tener sueños, no creer en uno mismo”.

Jalver, de 42 años de edad, soltero y sin hijos, anda por todo el municipio en un triciclo eléctrico que compró en el 2021 con la ayuda de Ana Patricia Joya, su jefe en la Secretaría de Hacienda Municipal, quien le prestó $ 2.000.000 –ya se los pagó– para completar los 4.800.000 pesos que le costó en un concesionario de Chía. Su proyecto es cambiar pronto a una moto a gasolina para mejorar sus condiciones de movilidad y seguridad.