Editorial
Actualmente estamos ingresando a una coyuntura propicia en la historia del país con el arribo de un gobierno progresista, Gobierno que esperamos logre jalonar la unidad nacional; una coyuntura que además resulta favorecida recientemente con el Informe de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad (CEV): valiosa contribución para el cambio -asumido como acción y tarea colectiva-, y con un propósito múltiple: dignificar la colombianidad, avanzar en el largo proceso de cicatrización de las heridas, reconciliar a los colombianos, y construir el tejido de justicia y paz sostenibles.
La PAZ, se concibe -según los científicos sociales- como el derecho síntesis de los Derechos Humanos; es decir, más allá del silencio de los fusiles, en un Estado Social de Derecho, se asume como la posibilidad y capacidad del Estado para garantizar a todos y cada uno de los colombianos el acceso y goce pleno de sus derechos, en cuanto ciudadanos y en su condición de personas.
Reconciliación: fundamento previo para la Paz
El padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad, en el discurso que pronunció el pasado 28 de junio con motivo de la entrega del Informe Final, nos dijo a los colombianos:
“La escucha de las víctimas nos ha sacudido brutalmente: ante las kilométricas filas de niños y de niñas llevados a la guerra; la procesión interminable de buscadoras de compañeros e hijos desaparecidos; la multitud de jóvenes asesinados en ejecuciones extrajudiciales; las fosas comunes y los cadáveres de muchachos y muchachas rurales desperdigados en las montañas, muchos de ellos indígenas y afros que fueron llevados como guerrilleros o paramilitares o soldados y murieron sin saber por quién peleaban; las miles de mujeres abusadas y humilladas; los poblados masacrados y abandonados; resguardos indígenas y comunidades negras devastados y en confi namiento; millones de hogares desplazados que abandonaron parcelas y ranchos; los miles de soldados, policías, exguerrilleros y exparamilitares que deambulan cojos, mancos o ciegos por los explosivos… Y pudiéramos seguir…”.
Interrogantes que nos interpelan a todos
Y luego el presidente de la CEV, nos interpeló, tocando las fibras más profundas, en nuestra condición de sujetos éticos: “… Déjenme detenerme por ahora compartiendo preguntas que nos hemos hecho:
• ¿Por qué el país no se detuvo para exigir a las guerrillas y al Estado parar la guerra política desde temprano y negociar una paz integral?
• ¿Cuál fue el Estado y cuáles las instituciones que no impidieron y más bien promovieron el conflicto armado?
• ¿Dónde estaba el Congreso?
• ¿Dónde los partidos políticos?
• ¿Hasta dónde los que tomaron las armas contra el Estado calcularon las consecuencias brutales y macabras de su decisión?
• ¿Nunca entendieron que el orden armado que imponían sobre los pueblos y comunidades que decían proteger los destruía y luego los abandonaba en manos de verdugos paramilitares?
• ¿Qué hicieron ante esta crisis del espíritu los líderes religiosos? (…).
• ¿Qué hicieron los educadores?
• ¿Qué dicen los jueces y fiscales que dejaron acumular la impunidad?
• ¿Qué papel jugaron los formadores de opinión y los medios de comunicación?
• ¿Cómo nos atrevemos a dejar que pasara y a dejar que continúe? (…).
• ¿Qué nos pasó como seres humanos, por Dios?
• ¿Por qué no reaccionamos ante esa barbarie?
• ¿Cómo pudimos dormir tranquilos tantas décadas?
En solo 33 años de conflicto, entre 1985 y 2018, matamos a más de 450.000 compatriotas, 80 % de ellos civiles. ¡No hay nada que justifique ese horror! ¡Parémoslo ya!”.
Desafío y responsabilidad ineludible para el nuevo Presidente
En síntesis, el Informe Final y las Recomendaciones de la CEV constituyen un valioso aporte para luchar por la Paz, los Derechos Humanos y el Desarrollo económico para la equidad social en la Colombia actual. Una triada indisoluble e indispensable para construir la democracia real en nuestro país… un desafío y responsabilidad ineludible para el presidente Petro.
Y recordemos que el presidente electo, al recibir el texto de las Recomendaciones el pasado 28 de junio, evocando a Gabriel García Márquez, dijo: Colombia, después de doscientos años, merece una segunda oportunidad: la oportunidad del cambio con paz y derechos humanos.
Reconciliación: oportunidad y desafío ético para todos los colombianos
Todos los colombianos y colombianas podríamos decirle al Presidente Petro en esta valiosa oportunidad histórica y ante este enorme desafío:
Cuente con todos nosotros: el cambio es un imperativo ético; a todos nos corresponde trabajar con inteligencia emocional, con la razón y el corazón; desde los colectivos y las individualidades; superando los egoísmos e individualismos, los odios y resentimientos. Avancemos por la empinada cuesta; el camino es largo, pero lo lograremos al cargar en nuestras mochilas semillas para la reconciliación, tolerancia, convivencia, y respeto por las diferencias.
Señor Presidente: su liderazgo será fundamental; la unidad y apoyo de todos los colombianos será indispensable. Juntos haremos camino al andar. ¡Adelante!