En el año 2018, escribía un artículo en este mismo periódico, reclamando sobre el mal estado y la inseguridad en las inmediaciones de la cancha alterna de fútbol, los perros transitaban libremente realizando sus necesidades fisiológicas, mientras que, a los padres, se les impedía acompañar a sus hijos en los partidos. La falta de una gradería medianamente decente para sentarse a observar a los chicos jugar, hacía también parte de mis reclamos. ¿Ha cambiado la situación?
En febrero de ese mismo año en reunión en el club Edad de Oro, se hizo una petición particular sobre poner unos bancos de madera y una carpa que ya el municipio no usaba para sus eventos, con el fin de que los jóvenes jugadores colocaran sus pertenencias en un lugar seco y seguro y no en el piso en el que roedores y perros transitaban sin control. En ese momento se me informó que, si se podía hacer pública dicha petición y aunque no estábamos en época de pandemia, las condiciones de bioseguridad no eran las mejores.
Lo único que se solicitaba era que los futbolistas no llegaran con todas sus pertenencias, cuadernos y uniformes completamente empapados a casa.
Han transcurrido tres largos años y el único mantenimiento visible es que la cancha sea podada regularmente, pero en su alrededor todavía se encuentran elementos peligrosos. La administración de turno y el Instituto Municipal de Deporte y Recreación de Cajicá (Insdeportes), no han intervenido para garantizar la buena práctica del deporte. Las rejas son deplorables, nunca se instaló la carpa solicitada con los muy necesarios bancos para que cada deportista pueda colocar sus elementos. Los perros siguen siendo los reyes de la zona, al igual que la basura alrededor de las canchas y la tribuna aún brilla por su ausencia.
Sobre este ítem: la tribuna podría haber sido sencilla pero segura, así como existen en miles de campos deportivos a nivel nacional y cuya inversión “no es nada del otro mundo”; bueno, siempre y cuando se haga todo el proceso legalmente y sin beneficio del bolsillo de algunos.
Por otro lado, la inseguridad en el sector es reinante y va acompañada con una pésima iluminación, deficiencia en el podado de los árboles y la quimérica presencia de las autoridades por el sector. Además, no hay un guarda de seguridad al ingreso del escenario deportivo; cualquier persona que llega a recoger o dejar un chico está expuesto a cualquier acto vandálico y delincuencial.
Eso sí, lo más probable es que, el día en que los chicos cumplan una meta, los entes representativos del municipio aparecerán, sin chistar, a tomarse la foto de rigor y ‘sacar pecho’, asegurando que ellos cumplían con una esforzada labor por mantener a flote estas actividades en Cajicá. Ardua es la dedicación y el esfuerzo de los entrenadores, unido al amor de los jugadores por esta práctica, hacen que todas estas anomalías pasen a segundo lugar. ¿Por qué no emular el modelo de Estadio de Tenjo o de otras unidades deportivas que han logrado un proceso de calidad y de alto nivel?
Deseo que, si el honorable Concejo Municipal y los usuarios de las zonas deportivas acompañan este artículo, exijamos el cuidado de todos los escenarios, porque las condiciones de algunos espacios municipales dejan mucho que desear. Los triunfos no solo se obtienen por amor al deporte, estos deben ir acompañados de una auténtica intervención, no solamente de balones y elementos de entrenamiento, sino de toda una política pública de rendimiento deportivo.
Y dejo el último aviso: ¿Por qué a los profesores les hacen contratación de febrero a noviembre, cuando desde mediados de enero hasta diciembre se puede aprovechar el tiempo para el mejoramiento físico-atlético y técnico de los deportistas?
*Historiador