La fecha de fundación de Cajicá es incierta, así se desprende luego de leer el libro Historia de Cajicá: tejiendo arte y cultura del historiador Andrés Olivos L., versus la reseña histórica presentada en Wikipedia. En la primera encontramos en la página 35-24: “El municipio de Cajicá no tuvo durante su historia colonial ninguna fundación hispánica por parte de los conquistadores ni posteriormente por las autoridades del Virreinato,…”. En la segunda “El poblado de los Muiscas estaba sobre el camino de Tabio a Zipaquirá que iba por el pie del cerro Busongonte, más o menos próximo al sitio hoy llamado Manas, la hacienda Montepincio, hoy parque, frente al cual tuvo lugar el 23 de marzo de 1537 el primer encuentro de los güechas con la vanguardia de Gonzalo Jiménez de Quesada”. Si la información de Wikipedia es tan cierta como “la hacienda Montepincio, hoy parque” no hay nada que agregar; el tema es extenso, apasionante, necesita más espacio, razón para trasladarnos a febrero de 2015, más exactamente al día 25 fecha de expedición del Acuerdo 02, que en su artículo 3º manifiesta: “el aniversario del Municipio de Cajicá se celebrará en el mes de marzo”.
Gracias a la hospitalidad de don Julio León, director de EL OBSERVADOR, hace unos años escribí un artículo que titulé Porqué Cajicá. En él recordé la importancia para el residente capitalino su desplazamiento a Cajicá hace unos 50 años, el viaje terminaba con exhibición a familiares amigos y vecinos de los tapetes comprados en Cajicá, además del relato sobre su recorrido por el verde de la Sabana respirando aire puro, visita a telares, degustación de dulces y amasijos.
La cercanía con Bogotá, la sencillez de sus gentes, el aire descontaminado, la tranquilidad y su entorno sabanero fueron factores determinantes para sentar mi residencia aquí hace cerca de ocho años, los dos primeros se fueron tratando de entender su desarrollo como municipio frente a los desafíos de la migración. Pasado un tiempo comencé a interesarme en por qué todo crecía a pasos agigantados, menos el manejo y control municipal. Para ello me integré a una Veeduría ciudadana, al Consejo de Participación Ciudadana y, por supuesto, a EL OBSERVADOR. Hoy día colaboro en algunas franjas del periódico en Cajicá Radio Internacional 94.4 F.M., emisora comunitaria. Pero, lamentablemente, tengo que decir que Cajicá viene siendo mal administrada, prima el interés individual sobre el colectivo; no es posible que hechos de impacto municipal, nacional e internacional no tengan arraigo en la comunidad ni en la administración. Son ejemplos: en 1604 se abrió la primera Escuela de Música y Canto, liderada por la comunidad jesuita; entre 1779 y 1781 se construyó la primera escuela agrícola del país, bajo el nombre de Centro Experimental Botánico, y el tantas veces nombrado Centro de Salud; la desaparición y el deterioro de ríos, lagunas y vallados, la migración de aves y otros animales, la deforestación sin freno, un centro histórico convertido en una miscelánea desordenada, amenazado por edificios en vía de convertirse en ruinas, sin control y menos conservación, un municipio sin zonas verdes, andenes y sardineles acordes con su población. En fin, el descuido total en el manejo vial, sin hablar de la salud y educación.
Su falta de gobierno es acompañada del conformismo ciudadano y del ineficaz control político por parte del Concejo Municipal, lo que viene ocurriendo de tiempo atrás. Mientras el sistema de financiación de las campañas no cambie y la ciudadanía se mantenga a la vera del camino viendo cómo aumentan los corruptos, seguiremos en las mismas. La corrupción no se vence con leyes y lamentos, se somete despojándolos del poder mediante el voto a conciencia y no por conveniencia.
Cajicá, ¡Feliz Cumpleaños!, te llevo en el corazón. Solo deseo lo mejor para el municipio y sus habitantes.