Apreciados familiares, amigos, vecinos, colombianos:
Escribo estas líneas con dolor, con rabia, con indignación e impotencia... escuchando mi alma fracturada.
Escribo también escuchando los gritos desde mis entrañas profundas. . . gritos que me atormentan e impacientan, que me sacuden e invitan a no renunciar a la esperanza, a no renunciar a las utopías de las teologías políticas de la liberación, y a los Derechos Humanos: la utopía mayor del siglo XXI, la utopía planetaria por la que debemos continuar combatiendo los que amamos y defendemos la posibilidad de vivir en nuestra Casa Común... para finalmente permanecer en la plenitud y el goce de nuestra condición humana.
Me indigna la mediocridad, el cinismo y la corruptela del individuo que preside el Gobierno de este país: un individuo irresponsable y criminal, apoyado y en contubernio con los poderosos, los que usufructúan el poder económico, político y. . . militar; con quienes contribuyen a generar la mayor violencia contra la ciudadanía, la vulneración múltiple de los Derechos Humanos: la pobreza, que hoy azota al 60% de los colombianos.
Amén del exterminio físico de los que disienten, de los que se levantan con su voz y sus guitarras exigiendo justicia, trabajo y paz auténtica.
Aquellas miles de personas que continúan siendo víctimas de sectores extremistas y lumpenizados, y de los paramilitares. . . de esos paramilitares incrustados en las instituciones del Estado, paramilitares que actúan a sus anchas por acción y omisión de los denominados "organismos de control".
Pero hay otros, millones de colombianos que están defendiendo la democracia en las calles y plazas, en los claustros y en los medios de información, en las redes sociales: son los campesinos, los indígenas, los trabajadores urbanos, las mujeres, los estudiantes. . . todos ellos los jóvenes de Hoy y de Ayer, los que levantan sus guitarras y su voz, cantan y marchan sembrando alegría, vida y esperanza; todos ellos ahora se están organizando en primera línea -y esto nos fortalece aún más la esperanza-: son los jóvenes... millones de Lucas, los indignados, incontenibles... los imprescindibles.
Pero nos corresponde preguntarnos: Ustedes y yo, ustedes familiares, amigos, vecinos, conciudadanos...; ustedes los integrantes de las instituciones educativas y culturales de nuestro Municipio, y las numerosas veedurías, los periodistas, los cajiqueños en general, y el Sr. Alcalde:
¿Dónde estamos, dónde nos ubicamos, qué hacemos, qué proponemos?
Esta no es la hora de dialogar, sino de actuar, de avanzar en la profunda reforma social que requiere Colombia, sin más dilaciones, reforma estructural que necesitamos con urgencia todos los colombianos.
Y como bien lo dicen los indignados:
¡REFORMA SOCIAL YA! : No más Violencia Sr. Presidente.
Andrés Olivos Lombana Ciudadano cajiqueño y sembrador de utopías.