La comunidad indígena muisca de Cota ya cuenta con las escrituras de Galilea, predio donde se encuentra su asentamiento.
Tras varios años de una pelea jurídica interminable con privados, la alcaldía municipal realizó la compra del terreno con el fin de proteger los saberes simbólicos, culturales y espirituales.
En palabras del secretario general y de Gobierno, Edgar Valero “Esto representa un parte de tranquilidad para esta comunidad legalmente constituida por la Agencia Nacional de Tierras” que durante más de 20 años luchó y reivindicó sus derechos frente al predio de invaluable valor ancestral, en donde se encuentra el templo ceremonial muisca”.
La disputa
Todo comenzó hace más de 20 años, cuando el señor Ricardo Páez aseguró que había comprado parte del terreno donde habita la comunidad indígena. Las familias se negaron a abandonar sus tierras, justificando que el propietario ni siquiera tenía idea de qué fue lo que compró. En el documento se habla de dos hectáreas de las 505 que tiene la comunidad. Lo que más preocupación causó es que en los predios de la disputa se encontraba el recinto de culto muisca.
Los indígenas sentaron su posición afirmando ser los únicos dueños, puesto que su asentamiento en ese lugar se remonta a siglos de antigüedad; además, desde 1876 son propietarios del terreno. “Vivimos acá desde mucho antes de la época de La Colonia. No nos sacaron los españoles, ahora menos nos vamos a ir por una sola persona”, dijo Sandra Cano, líder indígena.
Después de un litigio que terminó favoreciendo a Páez, la Corte Suprema de Justicia falló a favor del particular en 2012. Es así como la comunidad tuvo que sobreponerse a la amenaza constante del desalojo y la pérdida. Afortunadamente, la angustia terminó para estos hombres y mujeres que hoy podrán vivir en paz en ese, su resguardo.