Bolívar no puede seguir influyendo en el destino de los pueblos.
Por Ángela Moscoso
En los días más concurridos, cuando las manifestaciones superaron ampliamente los doscientos mil individuos, hubo varios intentos de saboteo y aparecieron infiltrados amenazantes, que se treparon encima de la estatua del Libertador, y le pusieron todo tipo de implementos para buscar la rabia popular y el desorden; sin embargo, los manifestantes nunca se dejaron provocar, inclusive la tarde cuando una vez se retiró la gran mayoría de los manifestantes, un pequeño grupo de los saboteadores, prendió papel periódico encima de la fi gura ecuestre del libertador; lo que por supuesto no causó ningún daño, a parte del hollín que pintó de negro la rebelde figura popular.
Sabemos que no causó ningún daño estructural, pues la estatua fue elaborada en bronce macizo, por lo que no hay posibilidad de fundirla con el calor de una vela; sin embargo, esgrimiendo esa pueril razón, la alcaldesa mayor de Bogotá, Claudia López, ordenó retirar la estatua, para “impedir” de esa forma que los manifestantes siguieran importunando la apacible tranquilidad de la gente del norte de la capital, que ella regenta.
Una de las características principales de gobernantes de derecha, es tratar que el pueblo no reconozca en sus verdaderos héroes, las cualidades que hacen de su historia un ejemplo a seguir; Simón Bolívar, es quizás, el hombre más perseguido por esa tendencia política y por supuesto la alcaldesa, fi el a sus convicciones da la orden y entonces, desde ahora, el monumento de los héroes permanecerá así, con la ausencia del más grande de los héroes de América, que una mañana llegó a Bogotá, cabalgando solo después de haber derrotado a la monarquía española en Gámeza, Pantano de Vargas, Corrales y Puente de Boyacá; y más de 200 años después, convocó a la gente para exigir JUSTICIA, PAZ y DIGNIDAD.