En este memorable discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas el Presidente de Colombia hace una pregunta que a su vez s convierte en acusación y levantando la frente como jefe de un Estado soberano que nació el pasado 7 de agosto, plantea lo que piensa, advierte y aconseja, pero quizá lo más importante es que esa pregunta denuncia algo que los pueblos del mundo saben pero que por diplomacia callan.
¿Quién nos lleva a la destrucción?, es bien sabido que la guerra contra la droga, la guerra contra el terrorismo, falsa defensa de los derechos humanos, la guerra hipócrita contra la corrupción, son estrategias que utilizan los estados superpoderosos para dominar y saquear a los pueblos y países que adolecen de un gobierno independiente y soberano, como ocurría en Colombia hasta el pasado 7 de agosto.
¿Pero qué significa la soberanía? ¿Acaso es tener aviones de combate, tanques de guerra, barcos con ojivas nucleares, misiles y bombas para defender una línea fronteriza?
NO, rotundamente NO; la Soberanía a esta altura de la civilización humana es el respeto al individuo y la comunidad, respeto que es el goce de todos los derechos por aquel y aquella; si el hombre goza de libertad y todos sus derechos los ejerce plenamente podrá decirse que ese es un hombre soberano y si todo el pueblo vive en las mismas condiciones de ese hombre, querrá decirse que el pueblo es soberano. Reconocer los derechos del individuo y la sociedad es defender la soberanía a cabalidad.
Pocas veces en el recinto de las Naciones Unidas se escucha la voz de un mandatario o mandataria que tenga la verdad como guía o que hable con franqueza y sinceridad republicana. Petro lo hizo señalando con responsabilidad cual es el mal y quien lo produce y además lo hizo con reciedumbre como personero de un pueblo que ha sufrido como ninguno las consecuencias de esta estrategia de dominación imperial.
Como nación y como pueblo
¿Si el pueblo no es soberano, si se le conculcan sus derechos, si se le somete a la ignorancia y el hambre, si el trabajo es privilegio de unos pocos, si todo se maneja como negocio, incluida la educación y la salud, si las fuerzas del orden solo sirven para reprimir y acallar, si el erario público es botín de guerra para quien ejerce el poder? Veremos la disolución de la nación y destrucción del pueblo, pues la anarquía será el nuevo lenguaje y la guerra total la única salida.
Ese es el mensaje del presidente que se deriva de la pregunta principal del discurso en las Naciones Unidas, con valor y claridad denuncia el fracaso rotundo de la llamada guerra contra las drogas y señala lo equivocada que está gran parte de la comunidad internacional cuando pretende curar con guerra una endémica enfermedad causada por los mismos que hoy pretenden de tal manera remediarla.