Hace un año, cuando la pandemia estaba causando gran cantidad de muertos en todo el mundo, los pueblos de la tierra buscaban afanosamente una vacuna que permitiera inmunizar a la población mundial y de esa forma frenar la catástrofe; hoy la realidad es muy distinta y quizás más trágica por su connotación histórica; el mundo cuenta con por lo menos 17 inmunizantes y algunos países “civilizados” han acaparado el 90% de las mismas, para hacer el gran negocio de la vida o quizás de la muerte, muchos gobernantes a esta hora negocian comisiones o coimas y la vacunación se hace lenta, sin tener en cuenta que cada día que pasa, la mortandad es mayor y puede llegar el colapso, que nos ponga en una situación aún más dramática que la de hoy.
Los adagios populares, los dichos o simplemente las sentencias de los viejos que apelaban a esa forma de educar, por estos días se han vuelto premonitorias y de alguna manera, amenazantes. La unión hace la fuerza lo hemos escuchado desde niños, pero en este momento histórico de América Latina, se hace absolutamente necesaria; el mundo globalizado de hoy prácticamente no tiene fronteras, ni gobiernos; como tampoco leyes promulgadas por un país, pues las grandes empresas multinacionales y las corporaciones manejan todo a su libre arbitrio, sin que nadie les ponga reparos, les exija o por lo menos les pida rebaja; ponen precios a los servicios públicos, a las medicinas, a los autos, al dinero; ponen precios a los alimentos, al turismo, a la recreación y para resumir, ponen precio a la vida; para ello solo tienen como parámetro la –MÁXIMA GANANCIA-.
Por si lo anterior fuera poco, los países se han unido en bloques y muchos de ellos establecen la balanza comercial, basados en el principio macroeconómico del mercado exclusivamente, no hay ningún criterio humanista, o por lo menos de consideración; vemos como la Unión Europea, tiene legislación propia, un Parlamento, una moneda y un pasaporte para los habitantes de los 28 países miembros, de tal forma que sus gentes disfrutan de esa unidad y pueden viajar dentro de la unión sin mayores problemas, solo el idioma y la religión los diferencia un poco. Los Estados Unidos de Norteamérica, han hecho lo mismo, son 50 estados que se han unido con la vocación de ser un imperio y por eso intervienen en todos los países del mundo, y encontramos también la Liga Árabe, la Unión de Países Africanos, Asociación de Naciones del Sudeste Asiático y en fi n, bloques de naciones y países, que establecen negocios de bloque a bloque, y por supuesto, siempre lo hacen de pie o sentados en una mesa de negociaciones de tú a tú, sin ningún condicionamiento humillante. América Latina está completamente ausente de este enfoque comercial y social que mueve al mundo de hoy, los 12 países de Suramérica, no tienen nada que los una, a parte de la Cordillera de Los Andes, los ríos y los mares; nada une a Suramérica con Centro América y el Caribe, por esa razón, los 31 países de la PATRIAGRANDE establecen relaciones comerciales de forma aislada e individual, casi todos tienen tratados comerciales con la Unión Europea o la Unión de Estados Americanos USA y estos tratados comerciales que a veces se llaman de libre comercio, profundizan más la crisis de los países de esta región, pues como dice otro dicho popular, el pez grande se come al chico, y por eso en los tratados, la ventaja siempre es para el bloque o para el país más grade, además la redacción de los documentos protocolarios para los tratados, siempre tienen una carga de discriminación y la prelación para el grande es evidente; se ha reconocido la propiedad intelectual a los países ricos, de casi todo lo que existe sobre la tierra y por eso, ahora ellos venden las semillas, los abonos y los insumos; son los dueños de las grandes farmacéuticas y encuentran en las enfermedades el negocio más fabuloso del mundo.
El hecho cierto es que algunos de los países que se autoproclaman del primer mundo o civilizados, han comprado el 90% de las vacunas y ahora, están especulando en el mercado y por supuesto, dando comisiones y migajas a algunos gobernantes, para que la vacuna llegue a salvar la vida de los países “pobres” que mueren en medio de la riqueza. Los países llamados despectivamente tercermundistas, no han producido ninguna vacuna, exceptuando a Cuba que ha desarrollado tres.