Panorama socioeconómico generado por la pandemia
“Observa -me dijo-, aprende, conserva en tu mente lo que has visto, dibuja a los ojos de tus semejantes el cuadro del universo físico, del universo moral; no escondas los secretos que el cielo te ha revelado: dí, la verdad a los hombre”. La anterior consigna del Libertador que para nosotros es un mandato incuestionable de obligatorio cumplimiento, nos impide como periodistas tomar partido en la discusión de la huella dejada por esta pandemia. Llevamos a nuestros lectores los datos país por país, continente por continente; además los de Colombia y por último los del departamento.
Deberán los lectores de forma juiciosa y “en un gran esfuerzo para despertar”, evaluar las cifras y mirar el sistema de salud que atiende la emergencia, CONCIENCIA se limita a suministrar los datos, haciendo hincapié en que países “desarrollados”, pero que tienen un sistema de salud privado, donde el estado simplemente es el participante en la explotación del negocio, arrojan datos supremamente elevados en contagios y muertes, comparados con países donde el estado se responsabiliza de la salud, entendiendo que es un derecho que se debe reconocer y jamás un negocio que pone como mercancía la vida humana. Tomaremos dos casos de superpotencias, China y Estados Unidos, cuyos regímenes, son antagónicos en lo económico y lo social. China con mil trescientos sesenta millones de habitantes -1.360.000.000- , registra un total de contagiados de noventa y dos mil cuatrocientos sesenta y dos personas -92.462-, con cuatro mil seiscientos treinta y seis muertos -4.636-; en este país la salud es un derecho atendido por el estado. Estados Unidos con menos de la mitad de esa población, registra treinta y cinco millones doscientos ochenta y tres mil cero cincuenta infectados -35.283.050 - y seiscientos veintiséis mil seiscientos cincuenta y ocho muertos -626.658-, en ese país, la salud es un negocio de libre comercio. La huella de esta pandemia marca a países enteros, que han padecido el dolor de ver morir a su pueblo, por no disponer de vacunas -acaparadas por los países más ricos-, la huella también marca como impronta indeleble a países que no han podido atender la emergencia, por las agresiones económicas de otros países; sin dejar de lado la gravedad de esas huellas, hemos de señalar la más profunda huella y cicatriz que esta pandemia ha dejado en millones de hogares en el mundo, que han perdido a uno o varios miembros de la familia.
Todo lo anterior, nos lleva a la conclusión que en este tramo de la historia universal, tiempos de naves espaciales, comunicación instantánea y grandes logros deportivos, la humanidad entera, ha sido sometida a guardar ciertas normas de conducta y aseo, para tratar de esquivar al invisible monstruo que en cualquier sitio, acecha para dar el zarpazo y arrebatar la vida.