La frialdad de un régimen 20/12/2021
Por: Angela Moscoso

En mi carta anterior tomé como referencia tres palabras LUZ, CALOR y VIDA y escribí algo sobre la LUZ, por lo que en esta carta abordaré el concepto de CALOR como preámbulo para hablar de VIDA en las próximas misivas dirigidas todas, a la dirigencia política y a quienes tenemos la inmensa responsabilidad de votar.

Tiene “fuego en el alma”, es una afirmación, que hace referencia a una persona que defiende con ardor, con entusiasmo y por todos los medios, su idea; seguramente cuando no se defiende con ardor y calor, es porque no se tiene pleno convencimiento de aquello que estamos defendiendo, por eso cuando escogimos el lema de este periódico, hablamos de –un gran esfuerzo para despertar-. En la campaña presidencial que se avecina, registramos con preocupación, que no hay fuego en el alma de muchos de quienes exponen tesis y principios para gobernar; el calor es indispensable para exponer la tesis, que a criterio del que la expone, es la solución para este o aquel problema.

Abandono por un minuto el concepto filosófico de CALOR, para abordarlo desde lo físico y referirme entonces, al calor que sofoca a la tierra, a la madre tierra, a la Pachamama, producto del extractivismo desmedido, que no sacia la avaricia de los grandes magnates que gobiernan al mundo, a través de las corporaciones multinacionales y que someten a dirigentes, gobiernos y pueblos, con coimas, medallas y trofeos; además de la estrategia mediática, que, con prensa escrita, radio, televisión y redes sociales cautiva con lisonjas o dinero a vanidosos y torpes.

Una de las principales conclusiones de la cumbre mundial para salvar la tierra, reunida en Glasgow, el pasado mes de noviembre, fue señalar al 2034 como fecha máxima para aplicar correctivos antes de penetrar en el insondable abismo del no retorno, lo que indica que todo lo que hagamos para evitar el deshielo de los glaciales, la inundación de las riberas de los ríos, la desaparición de islas y costas, las olas de calor incontrolables, que en muchas partes de la tierra, inclusive en países desarrollados ha causado la muerte a centenares de personas y por supuesto la proliferación de virus y bacterias, que causarán inimaginables daños a la especie humana, todo, todo lo que tengamos que hacer, lo tenemos que hacer hoy; seguramente se tenga que hacer paulatinamente y se tenga que hacer con mesura, tacto, calculo y un alto grado de responsabilidad; pero hay que empezar YA, aplicando el freno al extractivismo, al consumismo y al capitalismo
salvaje.

Es mucho lo que tengo que decir sobre las causas que aquí he enunciado como principales responsables del calentamiento global; por eso, seguiré escribiendo sobre ellas, en estas cartas de CONCIENCIA, que edición, tras edición publico para que quienes, decididos a defender la causa, tengan argumentos suficientes
para hacerlo.

Retomo entonces la parte conceptual de “CALOR”, para decir que un estado debe ser pródigo en calor para sus asociados, para todos sus asociados; durante lo más duro de la pandemia, que obligó al confinamiento, el pueblo de Colombia en su gran mayoría padeció la peor tortura, pues el hambre seguramente marcó más que la misma enfermedad, que produjo muchos miles de muertos en el país; y si la improvisación ante la catástrofe mostró la verdadera fisonomía de nuestros gobernantes y la banca obtuvo de la tragedia su mayor utilidad, es el hambre lo que denuncia la frialdad del sistema económico y político que desde hace 200 años nos gobierna.

El calor está representado en el afán de acertar para suplir las carencias; en el afán de acertar para proteger, en el afán de acertar para prevenir y en síntesis en el afán de acertar para responder. Busquemos entonces mujeres y hombres que tengan fuego en el alma, para que el ardor reflejado en su mirada y su propuesta, se traduzca en la gestión, que le permita al estado ser pródigo en LUZ y CALOR.