Brillante líder de la izquierda colombiana.
Cuando se habla para despedir a un amigo, se hace un nudo en la garganta y a veces la visión se nubla por la afluencia de las lágrimas, pero seguramente lo más difícil es cuando se escribe para el mismo propósito, pues no acuden las palabras que queremos escribir, para componer la nota.
Gustavo Hernán Ramírez Concha es un amigo de esos, que se hacen inolvidables más por su entrega a las tareas que desde joven se impuso como revolucionario, que a la misma amistad personal. Desde temprana edad, acucioso estuvo presente, defendiendo sus puntos de vista en todas las causas sociales; no quiero nombrar las tareas que desarrolló, para no caer en imprecisión por defecto, solo diré, que estos revolucionarios que mueren sin ver a su patria libre, merecen nuestro agradecimiento y recuerdo perpetuo, sabiendo que solo se adelantó un tiempo y que hemos de retomar sus banderas, si queremos corresponder con lealtad a su entrega.
En los últimos tiempos, Gustavo estuvo presente en casi todos los actos del Centro Bolivariano de Promoción Humana, Fundación para el Desarrollo Humano Integral y este periódico tiene testimonio de ello, recuerdo ahora cuando la fundación durante dos años organizó mes a mes, los conversatorios para esculcar en el ideario bolivariano, orientación para el accionar político y decisión para aligerar el paso; Bolívar Político, Bolívar Estadista, Bolívar Periodista, Bolívar Mujer, Bolívar Economista y en fi n tantas facetas de Bolívar que estudiamos con Gustavo y las que siempre discutimos hasta altas horas de la noche en el auditorio de la fundación, que hoy sigue intacto como en aquel tiempo, cuando encontramos en el ideario del Libertador, una forma de entender la política, para contribuir con el Desarrollo Humano Integral, buscando la unión de los pueblos de América Latina.
Con diafanidad y alegría, recuerdo la mañana del 11 de julio de 2012, cuando llegamos hasta la Plaza principal de Ráquira -la ciudad de las ollas- y en compañía de Gustavo y el doctor William Yazo, quien también ya partió, mezclamos el barro recogido en los seis países bolivarianos, para que una mujer del pueblo, elaborara la Olla de Integración Bolivariana -símbolo de seguridad y soberanía alimentaria-.
En el último tramo de su vida, el doctor Ramírez Concha, se dedicó a organizar comunidades campesinas, vinculadas a la producción agropecuaria y ahora cuando se va, deja a punto de terminar un proyecto en Venadillo Tolima, que sin duda dará a un sector del campesinado, solución a sus más inmediatos problemas.
Este periódico envía un fuerte Abrazo Bolivariano a su esposa Luisa Torres y sus hijos María Fernanda, María José, Marco Antonio, Johan Estiven, Karen Dayana y Dilan Giovany.