Por: Utopía
La mala administración del gobierno se ve reflejada en una distribución inequitativa de los recursos económicos; ausencia gubernamental en muchos sectores geográficos del país -ejemplo de esto es Buenaventura, el puerto más importante en donde se transa un alto porcentaje de la economía, lo que contrasta con la deficiente situación socioeconómica de sus habitantes, o Cartagena Distrito turístico, reconocido mundialmente, con una población en la periferia en situación de miseria-; violación de derechos fundamentales, impunidad para quienes cometen asesinatos -tanto de líderes sociales, como de jóvenes que han salido a marchar en el marco del actual paro nacional-; censura y manipulación de la opinión pública, por parte de los medios masivos de comunicación social. La situación de precariedad y violencia constante en la que vive nuestro país, ha sido el motivo por el cual las personas han salido a las calles y es gracias a las redes sociales y medios alternativos de comunicación, que los ciudadanos han logrado ser escuchados a nivel internacional y el Gobierno ya no pudo ignorar u ocultar la realidad social, económica y política en la que se encuentra Colombia.
En repetidas ocasiones, hemos tenido la oportunidad de escuchar como nuestros gobernantes critican el régimen de los países vecinos, infundiendo el miedo constante a convertirnos en un país socialista o comunista, pero entonces siendo nosotros un modelo capitalista deberíamos estar en mejor situación; sin embargo, las manifestaciones que han venido ocurriendo desde el 28 de abril, han demostrado que no es así, que el pueblo está cansado y que exige que haya un cambio; el problema no es el modelo económico que implemente el gobierno, sino la forma como distribuye el presupuesto y el cuidado y manejo adecuado de las empresas del estado, que son fuente principal de los recursos económicos, garantizando la satisfacción de las necesidades básicas de la población, como salud, vivienda y educación, así como el desarrollo científico, lo cual por supuesto, además de generar desarrollo, significa menos dinero destinado a la guerra; como ejemplo de ello, podemos mencionar a Alemania o Suiza, países capitalistas que invierten en su producción nacional, en el caso de Alemania sus políticas de flexibilidad laboral, disminuyen las tasas de desempleo; en Suiza podemos destacar, la participación activa y directa de los ciudadanos en la toma de decisiones, bajos impuestos y la no intervención en conflictos externos, lo que le permite que los recursos sean destinados al desarrollo de su país, en lugar de la guerra.
En cuanto a la salud podríamos imitar el sistema de Francia, Inglaterra o Canadá, donde los ciudadanos pagan determinada cantidad de impuestos y su gobierno les provee una cobertura en salud eficiente y digna; ahora bien, si el gobierno colombiano invirtiera más en el rubro de la educación, podríamos adoptar un sistema similar al de Finlandia, que constantemente está innovando y es ejemplo en occidente. ¿Acaso alguno de los países que he mencionado tiene un régimen socialista?
Entre los reclamos recientes del país tenemos:
- El incumplimiento del ACUERDO DE PAZ, pactado en La Habana -el cual tiene rango constitucional, fue depositado en el Consejo de Seguridad de la ONU y tiene categoría de Tratado Internacional-.
- Solo en lo que va del 2021 más de 60 líderes sociales y defensores de los derechos humanos han sido asesinados.
- El gobierno colombiano busca reactivar la fumigación aérea de cultivos ilícitos con glifosato, a pesar de lo que afirma la Corte Constitucional en su sentencia T-236 del 2017: “la Corte Constitucional concluyó que existen elementos para afirmar, provisionalmente, que el glifosato es una sustancia tóxica que, dependiendo del nivel de exposición, puede causar cáncer u otras afectaciones a las células humanas” (Ámbito jurídico,2019).
- El gobierno que no invierte en la industria nacional, por el contrario, prefiere vender una de las empresas más importantes del país -ISAGEN- a extranjeros. El gobierno lo denomina privatizar, pero en realidad es expropiar al pueblo, ¿cómo quieren desarrollo, si no existe una inversión en la industria nacional?
- Una nueva reforma tributaria que usa la misma fórmula que sus antecesores; aumentar los impuestos para conseguir más recursos económicos, afectando los ingresos de la clase media y baja y mínimamente a la clase alta y/o el sector financiero, que son quienes tienen los recursos para soportar un ajuste económico.
- En Colombia la salud está consagrada en la constitución como un derecho fundamental (artículo 49); sin embargo, en nuestro país la realidad de acceso a la salud es muy distinta, debido a que la mayoría de la población se encuentra en una situación socioeconómica vulnerable que no le permite recibir un servicio eficiente y de calidad.
- La educación, otro de los sectores donde el estado no invierte y es por ello que los jóvenes tienen que salir a las calles a reclamar que se les garantice un derecho fundamental consagrado en nuestra Constitución, el cual está siendo vulnerado por las mismas razones que el derecho a la salud. “La educación es un derecho de la persona y un servicio público que tiene una función social.” (Artículo 67, Constitución Política de Colombia).
- Los campesinos; son un sector fundamental en todo el sistema de producción en nuestro país, que debido a la falta de protección y subsidios estatales, como sucede en otros países, con quienes Colombia tiene Tratado de Libre Comercio -TLC-, sumado a la mala administración del gobierno y el descuido de las vías de comunicación terrestre, ha sido afectado gravemente por no poder vender sus productos y tener que salir a las carreteras a regalarlo o venderlo por cualquier precio; han tenido incluso, que botar productos como la leche, mientras que gran parte de la población muere de hambre. En este punto es donde debería intervenir el estado, para manejar esa situación, implementando políticas que remuneren dignamente el trabajo de los campesinos, que los proteja ante los precios de importación y que los alimentos que se están desperdiciando sean entregados a aquellas personas que lo necesitan; sin embargo, el estado parece indiferente ante esta realidad.
El verdadero problema es que nuestro sistema capitalista es desordenado, corrupto e irresponsable, por lo que debemos trabajar para construir un sistema político, económico y social propio, que tenga al hombre como principio, fundamento y fi n de las instituciones, es decir un modelo humanista.