Política
Después de un estudio realizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y del Programa Mundial de Alimentos (PMA) “FOCOS DE HAMBRE”, cuya duración fue de más de 10 meses, apelando a los más modernos sistemas de investigación y prueba, la ONU identifica 20 focos críticos de hambre en el mundo y es Colombia, el único país Sur-Americano que está entre ellos, donde también están por Centro-América y el Caribe, Honduras y Haití respectivamente.
El gobierno colombiano apresuradamente y sin ninguna fórmula de juicio, cuestiona el estudio, tres horas después de haberse publicado, como si los colombianos no fuéramos testigos de excepción y pasivos espectadores de la muerte por hambre, de niños y adultos mayores, en apartadas zonas como Guajira, Chocó, Buenaventura y Tumaco, así como en los barrios periféricos de las grandes ciudades.
En Bogotá y muchas ciudades del país, cuando el encierro provocado por la pandemia llevaba varias semanas, en balcones y ventanas, aparecieron banderas rojas que simbolizaban el llamado de una familia, para que alguien la socorriera con un poco de alimento; varios meses después, en los mercados populares, la gente que tomaba el riesgo y salía a “trabajar”, cambiaba ropa por comida, ante la mirada indolente de los gobernantes locales, departamentales y nacionales.
Por otra parte, el recrudecimiento de la violencia, que conlleva el desplazamiento forzado de campesinos, que se trasladan a las ciudades, fomentó la hambruna y aumentó significativamente la inseguridad, hasta el punto que en muchos sitios de las grandes ciudades, asaltaban a la gente y lo único que le robaban era el pan, o el escaso mercado que había comprado en la tienda de la esquina.
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