La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, nacida en la década brillante, con raíces en Chile, México y Caracas y con un propósito común para los pueblos de Latinoamérica y el Caribe, se reunió en México el pasado mes de julio, en el marco de la conmemoración del natalicio del Libertador Simón Bolívar, con la presidencia de ese país y ahora remozada y vigorosa, esta organización multinacional presenta a los pueblos de esta parte de la tierra, un camino lleno de esperanza. “Si no hablamos y actuamos en conjunto como una sola voz, nadie se va a ocupar de nosotros, es importante actuar en conjunto y defender a nuestros pueblos y sus intereses”. Estas palabras pronunciadas por el canciller de México Marcelo Ebrard, en el acto inaugural de la XXI reunión de Cancilleres de la CELAC, fueron el complemento de las referencias que hizo la alcaldesa de México Claudia Sheinbaum, al Libertador Simón Bolívar y el extraordinario discurso lleno de historia, propuestas, vigor y rebeldía, pronunciado por Andrés Manuel López Obrador, un líder que penetró profundamente en el corazón de su pueblo para orientar una revolución consciente y sin violencia.
Simón Rodríguez, maestro del Libertador, sentencia: “O inventamos, o erramos”, se refiere el maestro a la condición de la Patriagrande como una parte de la tierra, única, especial, nuestra, parecida al sol, que brota de los mares preñada de virtudes y riquezas, se refiere a su gente, a la enjundia, a la perfección de su raza, somos diferente a todos y por eso tenemos que inventar y más que inventar proponer un modelo nuestro, original, vivo y audaz, sin miedo, con el arrojo suficiente para conquistar las estrellas. El maestro de Bolívar, está presente en el discurso de López Obrador, como está presente el Bolívar mismo; el presidente de México cuando hace referencia a Hidalgo y a San Martín no hace cosa distinta que esculcar en nuestro pasado, para palpar “nuestras raíces sobre las que construiremos el presente y el futuro” dijo.
Andrés Manuel López Obrador, un mexicano auténtico, sencillo y con una extraordinaria capacidad de análisis, presenta al mundo una visión muy original de la política y refiriéndose a la Patriagrande, compuesta por los países al sur del Río Bravo y hasta Tierra de Fuego y Malvinas, retoma el discurso de Bolívar de 1.819 en Angosturas -donde empezó en ese mismo año la campaña, que finalizó con la toma de Bogotá por parte de las fuerzas bolivarianas y es contundente al afirmar que solo de nosotros depende el futuro.
Como un viejo sabio ancestral, aconseja al imperio norteamericano, habla de China y Europa, para concluir que la CELAC -Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños- es más que una política integracionista, una manera urgente para defender la dignidad, la soberanía y la supervivencia de estos pueblos invisibilizados, por la soberbia europea y la férula imperial.
Para concluir propone un diálogo de pie con Estados Unidos y pone de presente cifras macroeconómicas, que ubican a China como una potencia mundial en lo económico y le dice al imperio que no intente detener el avance económico e industrial de China con una operación guerrerista y violenta, pues el mundo sabe las consecuencias de una confrontación bélica en estos momentos, cuando las armas letales son de un amplio espectro. Es urgente dijo, que la OEA -Organización de Estados Americanos-, sea reemplazada por un organismo verdaderamente autónomo, que no sea lacayo de nadie; además rindió un encendido homenaje a la reciedumbre y carácter del pueblo cubano, a su decidido empeño de luchar durante 60 años para ser libre e independiente, criticó las invasiones, el intervencionismo, las sanciones económicas, clamó por una política migratoria justa y humana, abogó reiteradamente por la unidad latinoamericana y terminó su intervención diciendo “sin el horizonte de los ideales, no se llega a ninguna parte, en consecuencia vale la pena intentarlo, mantengamos vivo el sueño de Bolívar”.