El mundo está impactado ante el avance de la Ciencia, especialmente en el área de la computación, lo que antes fue recreado por Hollywood y pertenecía a la ciencia ficción, hoy es una poderosa realidad.
Entre todos los avances destaca la Inteligencia Artificial (AI), con todos sus pros y contras. Los expertos definen la IA como la combinación de algoritmos planteados con el propósito de crear máquinas que presenten las mismas capacidades que el ser humano.
Una tecnología que todavía nos resulta algo misteriosa, pero que desde hace unos años está presente en nuestro día a día a todas horas, y que amenaza con cubrir gran parte de la vida humana a nivel global. Los expertos en ciencias de la computación Stuart Russell y Peter Norvig diferencian varios tipos de inteligencia artificial:
• Sistemas que piensan como humanos. Automatizan actividades como la toma de decisiones, la resolución de problemas y el aprendizaje. Un ejemplo son las redes neuronales artificiales.
• Sistemas que actúan como humanos. Se trata de computadoras que realizan tareas de forma similar a como lo hacen las personas. Es el caso de los robots.
• Sistemas que piensan racionalmente. Intentan emular el pensamiento lógico racional de los humanos, es decir, se investiga cómo lograr que las máquinas puedan percibir, razonar y actuar en consecuencia. Los sistemas expertos se engloban en este grupo.
• Sistemas que actúan racionalmente. Idealmente, son aquellos que tratan de imitar de manera racional el comporta- miento humano, como los agentes inteligentes.
Varias son las aplicaciones para IA y sus usos son cada día mayores, «con el objetivo de hacer más fácil la vida de las personas», aseguran sus creadores y promotores.
La IA ya está impulsando el uso del big data debido a su habilidad para procesar grandes cantidades de datos y proporcionar ventajas comunicacionales, comerciales, empresariales y, por supuesto, religiosas; que la han llevado a posicionarse como la tecnología esencial de las próximas décadas.
Existen aquellos que impulsan el uso de la IA como una ‘gran bendición’, muchos otros son sus detracto- res, un tercer grupo motivan su uso, pero con un cuidadoso criterio, pues, aunque es una tecnología digital muy versátil, ha sido creada y alimentada por hombres falibles; como falible es todo el entramado de los sistemas computarizados, y las continuas fallas, accidentes y hasta muertes que han ocasionado estos sistemas son el mejor ejemplo de ello.
Pues bien, y como era de esperarse, la Inteligencia Artificial también ha incluido a la Biblia y las diferentes de- nominaciones cristianas y religiones del mundo en este entramado global. Basta con pedirle o consultarle algo al ChatGPT (herramienta desarrollada por la compañía OpenAI que trabaja con inteligencia artificial GPT-3 con el objetivo de ofrecer atención a los interesados en tiempo real), para que en segundos te ofrezca una amplia y casi certera respuesta.
Esta herramienta de la IA es una aceptable manera de apoyo para quien tiene alguna duda acerca de las Sagradas Escrituras, puede elaborarte un buen sermón acerca del tema que le indiques, así como muchas otras ayudas más; pero como ya lo dijimos, hay que tener mucho cuidado de no recibir una explicación bien sustentada en la Biblia, debido a que fue creada y alimentada por humanos falibles y con diversos puntos de vista doctrinal. Realmente podemos recibir de parte de la IA una buena explicación bíblica y un buen sermón a predicar; pero como su nombre lo indica es ‘artificial’ y no espiritual.
«La palabra de Dios es viva y eficaz…, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón» (Hebreos 4:12); la IA puede ayudarnos a bosquejar, pero jamás nos va a inspirar ni iluminar, para ello necesitamos la ayuda del Espíritu Santo, de lo contrario, recibiremos y enseñaremos algo que Él no nos ha inspirado para determinada oportunidad.
Tanto para nosotros como para aquellos a quienes nos dirigimos con nuestras predicaciones o discipulados necesitamos más que letra, no podemos prescindir de la unción e iluminación del Espíritu Santo. Se nos indicó: «no adopten las costumbres de este mundo, sino transfórmense por medio de la renovación de su mente, para que comprueben cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, agradable y perfecto» (Romanos 12:2); y eso, no lo podremos obtener de ninguna otra inteligencia más que la del Espíritu de Dios. Lo artificial…, es artificial; por muy ‘inteligente’ que pueda ser; mientras que lo espiritual es vivo, viene de una relación directa con nuestro Señor, que nos habla y «guía a toda la verdad».
No olvidemos que «él nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu vivifica» (2ª Corintios 3:6). De poco vale un sermón o un mensaje escrito que no venga inspirado por el Espíritu de sabiduría, pues, aunque esté cargado de inteligencia ‘artificial’ carece de la revelación de vida que sólo el Señor nos puede dar gracias a nuestra relación íntima con Él.
Cada vez que leemos en la Biblia acerca de la inteligencia esta viene relacionada con la revelación e iluminación de Dios, y la misma está totalmente unida a la sabiduría que Él da a nuestro ser con el poder que transforma nuestra mente y corazón para heredar la vida eterna. Respeto la opinión de cada quien respecto a la IA, pero en lo que a este servidor respecta jamás preferiré consultar la IA por encima de los excelentes comentarios bíblicos y exe- géticos que los grandes hombres de Dios recibieron y escribieron a lo largo de la historia por inspiración e iluminación directa del Espíritu Santo.
Escrito por: Georges Doumat B.