Muchas chicas cristianas están muy afanadas con la belleza externa. Han comprado la idea del mundo de que la apariencia es lo más importante para conseguir trabajo, para conseguir pareja y para sentirse plenas. Pero sobre todo han comprado los estándares de belleza de un mundo cada vez más perverso y se han alejado del concepto bíblico de la verdadera belleza.
Este articulo hará reflexionar sobre la belleza que verdaderamente importa y cómo lograr sentirte bien como Dios te ha hecho.
Un estudio refleja que la mayoría de nuestras adolescentes cristianas, llega un momento de la adolescencia que comienza a sentirse insatisfecha por diferentes razones: su estatura, color de piel, talla, su forma de su cara, ropa que usa.
No importa cuál es la causa particular de cada una, pero lo cierto es que cada vez que se mira en el espejo o se toma una selfie, lo primero que se fija, es esa complejidad o característica que la hacen sentir triste y aburrida. Realmente todas han pasado por esta etapa difícil, lo que las lleva a invertir horas y horas pensando en una posible solución sin respuesta o salida.
Dejan de participar de reuniones juveniles, participar de actividades, compartir con libertad, porque ese aspecto les impide sentirse a gusto con las demás. Siempre llega ese incomodo comparativo con la amiga más bonita de su clase o de la iglesia donde se congrega.
Ninguna se siente bien con su cuerpo. Ya sea por la contextura (gruesa o delgada), tamaño de senos, altura, color de cabello, de piel…, las lleva a medirse diferentes estilos de ropa, a tomarse fotos y subirlas a las redes sociales buscando cual pose recibe más like, buscando siempre la aceptación de las demás. Donde cualquier comentario negativo la frustra de manera significativa elevándolo al punto más alto de negativismo.
Posterior a esa etapa de comparativos con las demás chicas, viene la etapa de tomar soluciones que supuestamente le ayudaran a mejorar su apariencia. Si están un poco gorditas, comienzan a hacer ejercicios para quemar calorías, dietas bastantes rigurosas y luego tomar pastillas para bajar de peso. Pero queremos decirte que, la mayoría de jovencitas cristianas han pasado por esto, “el qué dirán” es muy determinante en sus vidas, se convierte en algo vergonzoso, ya que todas ellas tienen una imagen pública que quieren mostrar, poder presentar ante los demás, pero no pueden…, lo que la lleva a sentirse triste, avergonzada y mal humorada, más teniendo en cuenta que las personas mayores no soportan este tipo de actuaciones, las cuales califican de madurez y comprensión de la vida real.
Pero también se puede presentar cierta clase de apariencia, especialmente si esta jovencita es hija de un líder o pastor, donde presentan cierta clase de careta que reflejan ante los demás que “todo va muy bien” pero la tristeza va por dentro.
A simple vista podemos decir que tales situaciones no son tan graves, pero El libro de la Sabiduría nos enseña que idolatría es todo aquello que nos separa de Dios, que nos lleva a pasar más tiempo, mayor afecto, mayor energía buscando como agradar nuestra propia vida o la de los demás; prácticamente todo aquello a lo que le damos prioridad o colocamos en primer lugar en nuestras vidas, por encima de Dios, es un ídolo, y los ídolos nos separan de Dios. Un ídolo nunca puede reemplazar a Dios, un ídolo siempre dejara un vacío y una insatisfacción.
Este articulo no busca ser un factor motivacional para que la próxima vez que te veas en el espejo, te compares con las amigas de menores cualidades y te sientas más bonitas que las demás, aquí lo importante es entender que la belleza externa es un fiel reflejo de lo que hay en el interior de cada jovencita, comprender que fuiste creada a la imagen y semejanza de Dios y no los modelos o estereotipos que este mundo quiere imponer.
Querida jovencita es tiempo de quitar tu mirada en la que refleja el espejo y las fotos de tu celular y comenzar a verte como Dios te ve. La Palabra de Dios es el espejo que nos muestra y refleja nuestra verdadera belleza, “eres la niña de los ojos de Dios”. Recuerda que el enemigo viene para matar robar y destruir.
“Puesto los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra de Dios”. Hebreos 12:2