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El 20 de junio, los líderes cristianos Javier y Joaquín fueron asesinados a tiros porque intentaron proteger a un hombre que les pidió refugio. Javier tenía 79 años y Joaquín 81. Eran pastores de una iglesia en el norteño estado mexicano de Chihuahua, una región conocida por las disputas entre narcotraficantes. Según un analista de persecución de Puertas Abiertas, los grupos criminales operan con impunidad en varias zonas del país. “Los que se dedican a acciones que cambian la vida, especialmente de las personas más vulnerables, son atacados porque amenazan con el tráfico de drogas y otros delitos”, explica. Según un informe del portal de noticias CWS, los ataques incluyen “amenazas y acoso contra los líderes cristianos e impedimentos legales que dificultan la existencia de las iglesias”.
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