No cabe la menor duda que el actual presidente de Colombia, Iván Duque, ha sido uno de los mandatarios más criticados por colombianos y miembros de la comunidad internacional desde el inicio de su gobierno. Su calidad de candidato uribista y una elección que generó muchas dudas, lo convirtió en el blanco de cuestionamientos, pero fue el incumplimiento de sus promesas de campaña y el derroche de recursos lo que sepultó su popularidad.Más impuestos y menos salario es lo que ha visto la población vulnerable durante la presidencia de Duque, en que se han visto favorecidos solamente los más ricos y representantes de la banca en el país. Duque, fue y sigue siendo uno de los principales críticos del Acuerdo de Paz con las FARC y se ha esforzado por desacreditar sus instituciones.
Este tipo de comentarios ante organismos y entidades internacionales le han merecido la crítica de extranjeros. Y como si fuera poco, la terrible crisis de derechos humanos en la que el país se encuentra sumido se vio agudizada tras la jornada de manifestaciones en las que Duque ordenó un mayor despliegue de la Fuerza Pública que desembocó en violencia letal contra manifestantes. Muchos funcionarios de su gobierno, incluyéndolo a él, están vinculados a escándalos de corrupción y narcotráfico.
Por otra parte, el nuevo gobierno elegido vislumbra un cambio de articulaciones entre lo político, lo social, lo cultural que no existe en los partidos políticos tradicionales en Colombia. O sea, una forma de expresión de la sociedad o de fuerzas democráticas de la sociedad diferente a la organización tradicional de los partidos, que podría cobrar la fuerza que se necesita y llevar esta sociedad a estadios más avanzados de democracia. Siguiendo la actividad política de Gustavo Petro como congresista, como alcalde de Bogotá, reconociéndole una preocupación por impulsar políticas públicas a favor de los sectores más desfavorecidos, se podría decir que, con la experiencia y madurez que tiene hoy en día, es de esperar una presidencia razonablemente buena y especialmente dirigida para todos los colombianos.
Todos deberíamos ayudar, en la medida de las posibilidades y dependiendo de nuestra ubicación política y social, unos, apoyando la implementación de las políticas del Gobierno; otros, haciendo sugerencias y críticas; los opositores, adelantando una oposición leal, no de odios y resentimientos, para que el presidente Petro haga un buen gobierno que disminuya la inequidad social y la violencia, que significaría avanzar en construir la denominada paz completa, especialmente las conversaciones con el ELN, y buscar la desmovilización de grupos de crimen organizado, además de la paz social, todo ello para fortalecer nuestra democracia