Cómo se quiere la universidad 08/04/2025
Editorial La Tribuna N° 234.
Bienvenida la educación universitaria en Funza, pero ante ese logro se tienen muchas expectativas más allá del rimbombante nombre.

He aquí algunos aspectos que muchos jóvenes esperan ver realizados. Más allá de la institucionalidad, una universidad debe promover el desarrollo rural, la inclusión social y la equidad.

También debe fomentar el emprendimiento y la creación de conocimiento, así como desarrollar competencias para el desarrollo, promover la empresarización del campo, generar riqueza en el campo, reinventar el sector agropecuario. Se espera que comprenda la Inclusión social y la equidad, desarrollando competencias que motiven y empaticen a los jóvenes del sector rural generar espacios propicios para el desarrollo de competencias y promoviendo la participación democrática. En cuanto al emprendimiento y a la creación de conocimiento, los jóvenes sueñan con desarrollar competencias para aprender por sí solos, solucionar problemas y crear conocimiento, desarrollar competencias en el manejo de las herramientas de la Tecnología de la Información y la Comunicación (TIC), y elaborar proyectos de investigación formativa. En la parte de la convivencia, la comunidad universitaria debe ser fuerte para compensar la falta de instalaciones fuera del centro y facilitar la creación de amistades y conexiones duraderas.

La universidad rural es un espacio necesario deconexión del mundo rural con la investigación de vanguardia y de la investigación de vanguardia con el conocimiento ancestral. Es un ámbito requerido para la construcción de una ciudadanía pacífica e imaginativa, tanto en las ciudades como en el campo; para fomentar la imaginación y la creatividad cultural e institucional a partir de la conexión de las ciencias sociales con las formas organizativas y culturales que han evolucionado en los territorios de luchas y resistencia; y para conectar la filosofía, el arte, la historia, la literatura y las humanidades con la oralidad declamada, cantada y bailada que habita en las montañas, las selvas y los valles. Es el momento de conectar la interface campo ciudad para constituir mercados de ideas, de políticas y de productos sobre los cuales todos, como ciudadanos urbanos y rurales, podamos ejercer con libertad nuestras decisiones alimenticias, entre muchas otras decisiones éticas y políticas fundamentales, más allá de los desgastados y nocivos modelos agroindustriales y de las imposiciones de la gran industria de alimentos.

Estructuras éstas, finalmente, que sufrimos todos tanto en nuestros platos de comida tóxica y artificial, como en nuestras constantes visitas al tenebroso sistema de salud colombiano, como en el ruido de los fusiles que no queremos, y vamos a silenciar. Esta es la filosofía de los jóvenes actuales, tan llenos de sueños y expectativas.